3.18.2012

Vestigios de un camino que se bifurca


Tuve que desempolvar este sitio; hacía mucho tiempo ya que no escribía aquí. Quisiera que hoy fuese otro el motivo. Hoy poco me interesa hacer referencia a un exponente determinado; por el contrario, lo escrito aquí partirá de una total subjetividad.

¿Qué sería de la vida si no hubiese un motivo, un sueño por el cual luchar? Cada vida se mueve a un ritmo diferente, entre prioridades y altisonancias; la mía no es la excepción. Llueve a cántaros en el Distrito Capital. Escucho las gotas que marchitan en la ventana de mi habitación, adoquinada por una canción que irrumpe el silencio.

Fue eso, precisamente un sueño, una terquedad quizá, esas que llenan de sentido el día a día, lo que me lleva a escribir esta noche del mes de Marzo. Podríamos decir que la vida se configura mediante caminos. Hoy observo una bifurcación, tal vez no deseada, pero no por ello dejaré de caminar. Quizá las palabras aquí expuestas no estén muy contextualizadas. ¿Importa acaso?

El asunto parecería no tener importancia para algunos, pero considero que tras este camino, he podido comprender que no ha de ser tan banal como parece; hoy quisiese decirle adiós a un sueño académico -terquedad para muchos otros-; un camino que hoy se bifurca. Si bien siempre se puede dar más, fueron bastantes los esfuerzos para la construcción de éste; se tocaron muchas puertas, conocimos muchas personas y lugares. Sin embargo, lo más importante es todo lo aprendido a través de este camino no tan efímero; eso es algo que nada ni nadie -ni el más empecinado- podrá arrebatarme.

El camino recorrido me brindó la oportunidad de acercarme a una diezmada pero inmensa población indígena. El hablar con ellos, el aprender de ellos, es algo totalmente diferente, mucho más si se compara con el plano en el cual me encuentro hoy día. El mirarles a los ojos, es encontrar ese pasado que nos fue arrebatado, ese mismo que personas como usted y como yo, hemos permitido que se convierta en algo mostrenco. Entendí también, que más allá de la raza -en un país tan complejo como este- hoy antes de ser quien soy, provengo de un pasado indígena. Lastimosamente, parece que la nación se fragmenta entre "ellos" y "nosotros".

Me sobran las palabras de agradecimiento, a todos y todas las que hicieron posible llegar a estas instancias, pero el conocer los límites también hace parte del proceso. Me dirijo hacia una nueva dirección, sin olvidar todo lo que he aprendido de todo esto, llevando ahora el estandarte de la lucha indígena no sólo en mi país, sino en la América Latina. Espero, de igual manera, retomar ese camino, y en dado caso, poder caminar a paso firme.

Postrado el texto, no me queda sino agradecer, sobretodo, a ella. Gracias a ella por creer en esto, por luchar y llegar hasta donde se pudo llegar, y en definitiva, gracias por creer en esta terquedad.

:: El Opinadero se ha expresado. ::

7.23.2010

Colombia: Luz, cámara, acción

Recuerdo aquella tarde capitalina en la agonía de mayo. El ocaso cedía poco a poco, confundiéndose con el manto taciturno de mi ciudad. Deambulando familiarmente en el occidente bogotano, esa noche los planes se decantaron por el séptimo arte, sucumbiendo ante uno de esos majestuosos templos cinematográficos que abundan en la capital.

Dentro de la pluralidad de actividades que son de mi preferencia, el cine, aunque sin considerarme un experto en la materia, es uno de ellos. Asimismo, tengo definidos mis gustos fílmicos; de entrada y tajantemente digo que las películas de horror, o de miedo –como se les quiera llamar-, no son para nada de mi preferencia. Sucede todo lo contrario con aquellas películas de carácter independiente, sea cual sea su procedencia, ya que son historias que sin contar con un capital exuberante, poseen un contenido majestuoso. No obstante, he encontrado muchas otras películas más comerciales, que de igual manera quedan retumbando en mi cabeza, bien sea por su impactante elaboración, el mensaje –que cada quien le otorga-, los parajes allí presentes, o por la gran capacidad actoral, que enaltecen ésta expresión artística del ser humano.

Así pues, aquella tarde, cuya figura daba perfectamente para denominarla como una naciente noche, la película escogida fue Retratos en un mar de mentiras, dirigida por el colombiano –bogotano, de igual talante- Carlos Gaviria.

En un principio, la idea de ver esa película poco me motivó, puesto que en varias ocasiones había visto la publicidad de ésta en la televisión nacional, vislumbrándose como un típico filme colombiano –salvo contadas excepciones-, es decir, de esos que se estructuran de principio a fin mediante la violencia, narrando en la mayoría de los casos la cotidianidad colombiana, como el tráfico de drogas, el conflicto armado, la trata de personas, la pobreza y el desplazamiento forzado, entre muchos otros factores que componen este bellísimo país, en donde la gente vive feliz –y si mal no recuerdo, alguna vez escuché que Colombia era el segundo país más feliz del mundo-, y esto último lo digo con una ironía colosal.

Es precisamente el desplazamiento forzado el eje central de la película vista aquella vez, la cual aún sigo rumeando –término netamente de Nietzsche- porque ésta problemática social, tan paupérrima, escalofriante, e indignante para cual ser humano, no es algo fácil de digerir.

Palabras de reconocimiento y halago, parecen desbordarse de mi boca sin un control aparente. ¡Ésta película es sencillamente admirable! A parte del reconocidísimo trabajo del director Gaviria, a éste trabajo fílmico se le suma la presencia actoral de Julián Román, un actor con un trabajo admirable. Empero, es la actriz revelación, Paola Baldion, quien descresta por su impecable trabajo protagónico en la cinta. De igual manera, el reparto actoral –y me excuso rotundamente porque no estoy familiarizado con los nombres, pero sé que son actores reconocidos y de un muy buen trabajo en la pantalla grande-, la música, las situaciones y los paisajes presentados hacen de ésta una película que se lleva la buena aceptación de aquellos que realmente buscan algo que valga la pena ver.

Desafortunadamente, dejaré de lado la congratulación, reemplazándola por lo que realmente me interesa tratar aquí.

Un abrumador silencio acompañó el final de los que nos hicimos presentes ante semejante proyección. Grandes bocanadas de aire e incontenibles suspiros, se hicieron presentes mientras bajaba los peldaños de la escalera de la sala de cine, que cada vez se hacían eternos. Cabizbajo ante la calidad fílmica y la triste realidad allí mostrada.

La historia, palabras más, palabras menos –apelando a la brevedad para no tergiversar o arruinar la película para aquellos que aún no la han visto-, comienza desde las laderas en el sur de la capital de la república, en los llamados ‘barrios de invasión’. Desde el comienzo se vislumbran fragmentos de nuestra realidad colombiana, mostrando la situación de indigencia –término que no es de mi total aprobación- y desempleo en la ciudad de Bogotá. Éste es tan sólo el comienzo de un viaje a través de la Colombia que uno nunca quisiera ver, la cual se conforma así por sus diversos problemas. Al final, el viaje concluye centrándose en el desplazamiento forzado, una de las problemáticas sociales más graves que enfrenta actualmente nuestro país, gracias a un conflicto armado que afecta indiscriminadamente a la nación colombiana.

El paramilitarismo, el ejército y los grupos guerrilleros alzados en armas, son los principales causantes del desplazamiento de la población civil en nuestro país, crudas historias que son el diario en el territorio nacional, y lo peor de todo es que nos hemos acostumbrado a esa inmutable realidad. De este modo, ante la infinidad de éstas historias de desplazamiento forzado en Colombia –una cifra que hoy en día se supera los 3’000.000 de personas que han sido víctimas del conflicto armado y por ende se han visto obligadas a abandonar sus procederes para seguir aferrados a ésta vida-, Retratos en un mar de mentiras narra una, tan sólo una de las millones de historias del diario vivir de una persona que ha sido no sólo desplazada en contra de su voluntad, también sus derechos han sido ultrajados, y muy seguramente tendrá una nueva vida desquebrajada por delante.

Después del recorrido cinematográfico aquí presentado, donde una realidad apabullante se ancla en un país altisonante, queda claro que lo que es aquí cotidiano produce mucho más terror que cualquier producción de la pantalla grande que sea de suspenso, horror o de miedo. No obstante, es mucho más horripilante la indiferencia ante este problema, gente como usted y como que, poco o nada hace por cambiar no sólo el destino de millones de personas, también el de una nación. Aún así, enaltezco las grandes excepciones de las organizaciones –gubernamentales o no- y personas que luchan día a día en pro de aquellos quienes fueron víctimas de uno de los más atroces crímenes que atentan el desarrollo de nuestra humanidad.

Postrado ya el texto, me encuentro mascullando las palabras que darán el fin a esto; Colombia, una película que sí da miedo.

7.13.2010

Bienvenida para venideros y recién llegados



Especial dedicatoria a Paola Ramos y a Santiago, quien espero que con su llegada irradie de alegría la vida misma.


Incontables son las veces en las cuales me he perdido en mis pensamientos, indagando sobre el destino de la vida. ¿Qué hay después de la muerte? Esta pregunta me inquieta, me asusta, me desespera a veces, y en muchas otras, el hecho de pensar –sin apelar a continuidades religiosas o algo así por el estilo- en que seré “algo” sin una conciencia, sencillamente me lleva a la cúspide de la intriga.

Incontables son las largas noches en las cuales mi cabeza se halla intranquila –peor que los fríos oleajes antárticos presentes en las playas de Punta del Este- y sucumbe ante el insomnio y, como se dice literalmente, “mirando al techo”, tan sólo pienso en el después de la muerte.

Afortunadamente, hoy me siento antagónico. No será la muerte de quien hablaré hoy, sino que por el contrario, abrazaré temáticamente a la vida. En vez de centrarme en lo que está más allá del final, quiero abarcar el comienzo que todos tenemos; el nacimiento, una nueva vida.

No tengo ni la más mínima noción de lo que significa traer una nueva vida al mundo, no hablo sólo por el factor paterno –del cual no pienso desarchivar sino hasta dentro de unos cuantos años-, sino que tampoco he tenido la oportunidad de convivir con recién llegados a la vida por mucho tiempo, o dentro de un contexto frecuente. Sin embargo, no por eso desconozco que el tener o convivir con los que apenas esbozan sus primeros peldaños, en esto que conocemos como vida, es algo realmente hermoso.

No obstante, y dejando un poco de lado los sentimentalismos, quisiera indagar realmente sobre el destino, sobre el porvenir de las nuevas generaciones. Todo esto me hace recordar la canción que lleva por título “Una vida por delante” del intérprete ibérico Nach, en donde todo lo que está por venir para un recién nacido es la temática central. Así pues, ¿qué tipo de vida por delante le depara a las nuevas generaciones?

Ubiquémonos en el Siglo XXI, el altisonante hoy por hoy, en donde las guerras y conflictos bélicos sin sentido –que en su gran mayoría se basan en intereses capitalistas y mantenimiento de poder como grandes “justificantes”-, la terrible debacle ambiental cuya gran responsabilidad es de la actual humanidad –y personas como usted o como yo hemos, de una u otra manera, contribuido a la inestabilidad ambiental-. Asimismo, las malas gestiones en cuanto a las explotaciones de nuestros recursos, conllevan a otro desequilibrio y escasez que trae, de lejos, muchos más problemas a los seres vivos –creo que lo único bueno de la explotación desmedida de recursos como el petróleo o la tala de bosques, es el exuberante incremento capitalista de algunos pocos que controlan toda la producción de dichos medios, por citar algunos ejemplos-.

De igual manera, y continuando con el ambientalismo, ¿qué le depara a los infantes y a los que están por venir, en un mundo en donde los suministros de agua serán cada vez más bajos? ¿Cómo serán las condiciones de vida en un ambiente donde la producción alimenticia se vea diezmada a gran escala? ¿Cómo vivir en un mundo que no sea sostenible? ¿Será posible vivir en un ambiente asfixiante –literalmente hablando- por culpa de las producciones industriales?

Por otra parte, si las generaciones actuales viven sumidas en las innovaciones tecnológicas –he aquí una pequeña muestra, puesto que el presente escrito fue elaborado gracias a esa tecnología-, cambiando los paradigmas de las sociedades del mundo. Las redes sociales, las nuevas formas de comunicación, e inclusive la transformación de las lenguas, serán algo totalmente distinto dentro de un futuro cercano.
La globalización será otro gran apartado en el futuro, en donde, seguramente, las diferencias culturales provoquen pena, y sean reemplazadas por una estandarización del ser en todo sentido, costumbres, vestimenta, pasatiempos y forma de hablar, entre muchos otros.

Sin lugar a dudas, las nuevas generaciones se enfrentarán a un nuevo mundo, con sus problemas, retos y hasta cosas buenas. Sin embargo, aunque a lo largo y ancho de este escrito, pareciese que se describe un mundo desesperanzador, saturado de problemas, sigo aferrado a la esperanza, tan sólo espero que las nuevas generaciones puedan afrontar el mundo mismo, con todo lo negativo y positivo que ha tejido la humanidad durante siglos de historia.

Finalmente, a todos y todas, a los que les depara toda “una vida por delante”, por más desabrido que luzca el panorama, por más malas que sean las políticas mundiales de toda índole instauradas actuales, no le podremos quitar la esperanza a las nuevas generaciones, mucho menos y exaltándome en un grito rotundo de un ‘¡jamás!’, arrebatarles las ganas de afrontar y vivir una vida.

¡Bienvenidos y bienvenidas a este mundo!

7.09.2010

Ultimando detalles...


¡Un saludo enorme a todos los lectores y opinadores de este blog!

Son tantas las temáticas que tengo en mente, tanto por decir, tantas opiniones, que no sé ni por dónde comenzar. Así pues, por el momento, tan sólo me resta decirles que el sitio aún se encuentra en construcción, empero, cualquier inquietud o sugerencia (incluso propuestas para temas debatibles que expresen sus opiniones serán muy bienvenidas), sin pensarlo dos veces, me las pueden hacer saber.

Espero que este sea el comienzo de 'un algo' muy grande, un verdadero espacio de opinón, discusión y análisis, independientemente de la posición.
La única regla acá es opinar; pero opinar con criterio, argumentos y sobre todo, respetando las opiniones que divergen, ya que en la diferencia es donde cada quien puede hacerse realmente único.

Fraternos saludos para todos y todas...

:: El opinadero se ha expresado. ::